jueves, 24 de septiembre de 2015

Ésto va en serio.

Seriamente.

 “Cuando se nace pobre, estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema. El saber rompe las cadenas de la esclavitud.” Ésta frase es de Tomás Bulat y está inscrita con letras de colores en la institución en que aprendo a ejercer, la Jorge Eliecer Gaitan.  Quisiera comenzar con ésta reflexión con un par de recuerdos del Décimo foro de filosofía STOA que se celebra en el Carmen de Viboral. En una charla sobre la ética de habitar, sobre Deleuze, Focault y Nietzsche a cerca de las filosofía nómadas. El ponente comentaba que era triste como la filosofía se había vuelto herramienta primaria de la legitimación del discurso del poder. Hablaba de la filosofía de Nietzscheana y cómo los maestros universitarios se dedicaban a sacar la vertiente –no sólo de éste autor- metafísica… netamente contemplativa, como si se tratara de un alivio metafísico a las penas reales (!) . Siendo la filosofía de éstos una invitación a la vida y a afrontarla tal como es… como los héroes trágicos.

Hoy ha sido un día en la escuela bastante agitado.  Tema: La oración y sus tipos según su intención.
Muchas veces los maestros entran en ésta línea in fértil de la mera contemplación. Los que buscan sembrar se arrancan los pelos pensando cómo generar verdaderas deconstrucciones del discurso del sistema –del que muchas veces son reproductores incluso desde sus discursos progresistas-… lo que para nadie es secreto es que el tiempo, al ellos no saber sembrar, termina enterrándolos en libros de editoriales y en el plácido sueldo. Contemplativos en el peor de los casos, sindicalistas en el menos feo de ellos, y me refiero a los maestros progresistas porque los otros esto no les suena malo, por el contrario, música para su sistema.
¿Cómo asentar esto con la experiencia de hoy?  Digamos que trabajo con dos sextos, uno llamémoslo sexto 3 y el otro 4, el sexto 3 es de alguna manera más callado, realiza los trabajos y no tiene graves problemas disciplinarios, 4 no puede calmarse, no le interesan muchas cosas, entre otras graves faltas disciplinarias. Un profesor común elegiría a sexto 3 por la sencilla razón de que son más callados, yo no elijo a ninguno, a ambos los veo con potencialidades diferentes y de sexto 3 me queda decir que es un grupo en que se facilita trabajar la deconstrucción del pensamiento de dominio, que es atento a los temas, pero por la sencilla razón que funciona más dentro del sistema establecido, porque funciona bajo ese sistema, está casi completamente inmerso en él.
Sexto 4 es uno de esos grupos lleno de “los que no supieron dónde más ponerlos” me centraré en él un momento… pareciera que sexto 4 no tuviera techo, el cielorazo del salón de clases ha sido carcomido por el tiempo y faltan partes de éste, se ven las tejas pudriéndose. Supongo que por eso casi siempre están en las nubes.  Lo único que le acepto al método tradicional es que el trabajo con la palabra es difícil en grupos inquietos y no conformes, es imposible tenerlos quietos, y lo que no les interesa: no lo hacen; a muchos ya ni les interesa las notas, o perder un curso… tal vez le temen a sus padres, pero esos sí, son pocos los que hacen esto con una mala intención, no sabotean las clases (no todos) simplemente son niños que desde el arranque no le tiene esperanza a lo que hacen, que desde niños el sistema no supo responderles. Pondré el ejemplo de Kevin. Kevin es un cero en todos los sentidos que implica la estructura del colegio. Kevin es un chico negro que probablemente viene o del norte de Antioquia o de muy sur. Kevin no hace nada y como tiene nada que le interesa se dedica a jugar, a veces un tanto violento eso si, supongo que maña inculcada en su hogar. Hoy trabajábamos un collage, me senté junto a Kevin que buscaba la primer figura para recortar, molestando le dijo a un compañero “mira a tu novia” y entonces vi una anciana con un tiple, le dije “sabés, si llego a viejo me gustaría que me tocaran el tiple.” El me miró con esa mirada de pregunta que los maestros no saben apreciar. “el tiple es muy hermoso, cuando aún habían esclavos negros e indígenas- le dije- en las plantaciones de caucho, antes de que se emanciparan, ellos siempre tenían un tiple… ¿sabes por qué?... resulta que creían que alejaba a los malos espíritus, pero más que esto era que el amo le tenía asco al esclavo, entonces cuando un negro o un indígena tocaba el tiple con la excusa de ahuyentar un duende o una bruja se prendía una fogata y se tomaban unos tragos de chicha o aguardiente de caña. Era que ahuyentaban al patrón para organizar sus huidas muchas veces. Sabés kevin… no sé por qué te digo esto, no sé si te interese"… -esa mirada de pregunta de nuevo- él se limitó a recortar la imagen y pegarla en su cuaderno, me ponía mucha atención. –es primera vez que veo trabajando a Kévin- con Kevin supongo que ya casi todos se rindieron. Y no digo acá que hay que salvar a todos los Kevin, sólo digo que no es imposible. Me refiero a que ese Kevin lo que lo impulsa a su no hacer nada es una forma de resistencia consciente o inconsiguiente a final de cuentas. Kevin resulto de un sistema al que no se adaptó, y probablemente nunca se adaptará, pero mi labor no es adapatarlos, es alimentarlos, darles herramientas para que se justifiquen consigo mismos., Kevin aprenderá algún día que hay que bailarle al diablo y tocar el tiple para ahuyentarlo, es decir, a sobrevivir en el sistema… y yo simplemente me niego de entregar tan fácil a Kevin a los grupos criminales, al vicio destructor, a la guerra, al analfabetismo, a la empresa, al sistema que conociendo Colombia terminará probablemente matándolo. Ojalá fuera una metáfora.
 Porque a veces éste tipo de rebeldías son captadas por mecanismos del sistema para que desaparezcan (ej: paramilitares). Yo quiero ayudar a que ellos no se venzan tan fácil, a que su acto de resistencia tenga un sentido y por eso me negué a ser el contemplativo que sabe que su falta de concentración –de kevin- es un problema del sistema, familiar, educativo, que será carne de picadora de éste mundo, que Kevin es inteligente pero no presta atención, o en el peor de los casos, de montársela a Kevin, de Kevin no vale un peso, de que maten a Kevin en cualquier esquina, da igual, nunca le interesó el estudio. Me negué a ser contemplativo porque eso es alimentar el sistema educativo de muerte en que vivimos.
El verdadero silencio tiene que venir de la autonomía. 
Actos de resistencia. 


La cucaracha, la cucaracha... ♪ ♫

El morbo infantil como potencia.

Recuerdo que improvisando un poco les propuse a los chicos que dibujaran una cucaracha, le pusieran nombre e inventaran su historia, en menos de lo que canta una cucaracha tenía cientos de ellas de todos los colores, tamaños, texturas… todos miraban sus cucarachas con gusto y asco, como si fueran reales, en ese momento pensé dos cosas… uno era la potencialidad creativa y el acto creador en los niños, la literatura vive en ellos porque de ahí viene la capacidad de hacer vivir sus creaciones, a partir de unos garabatos conceptualizar a su modo y volver a crear el mundo de manera nítida y vívida… la otra era esa potencialidad del niño en cuanto al morbo… esa capacidad de meter el dedo en la herida.. De apretarla para que siga sangrando, se me ocurrió una idea!
etopeya, prosopografía y retrato… el próximo tema, por qué no describir una cucaracha? Los pelos de punta de la maestra guía y una sonrisa pícara por mi locura, enfrentar miedos, enfrentar la realidad, figuras literarias, escritura, estímulos sinestésicos, y estimulo de ese morbo a la cruda realidad que aunque nos va matando la fantasía de un mundo de hadas nos estimula la alegre irreverencia de la imaginación… por qué no? Cuando lo haga, les cuento.

Breve introducción, Desahogo.


El carnaval de máscaras.

Por fin podríamos entrar al aula. Primero fue llegar, ¿qué siente uno cuando en un lugar en que te recibían cinco días a la semana la mitad de tu día, por nueve años, te niegan? Ignora las cámaras, ignora los malos profesores de siempre, criticones de un sistema de educación que legitiman, pues su misma queja “ésta es mi obligación y mi cruz” es su zona de confort, logicas católicas, la vida es un valle de lágrimas, pero en camioneta se la pasa uno un poco mejor, ignora la burocracia absoluta y obsoleta. Ya por fin vas a entrar a clase! A eso que es aprender para transformar, transformar para aprender. Y la sorpresa. Profe discapacitada. Debo admitir que el lugar que menos quería era los sextos, la fortuna no fue buena conmigo. Cuarenta y cinco muchachos y aún nos falta otro grupo...
la mirada de los profesores siempre quiere decir algo, desde ahí es desde donde la mayoría de los pésimos empiezan mal su labor, desde ahí se da uno cuenta que se torturan ellos mismos y a los 
muchachos , en la mirada se ven esas cosas, y que lo disfrutan, les gusta, te subestiman. Maestro es una de esas palabras con sentido profundo y que resuena con eco potente. Pero que cuando la escuchamos casi todos sentimos uno especie de apretón en el estómago. ¿Si no pueden con la labor humana de lo que significa educar cómo van a cambiar todo el sistema absurdo de la maquinaria educativa colombiana? Sin embargo podemos decir… claro! Pero tiene formación y a final de cuentas enseñan algo… pues claro, pero su finalidad es la del que al darse cuenta que su techo está por desplomarse prefiere esperar a que alguien más lo haga en vez de afrontarlo tan siquiera. Me tranquilizo un poco pensando que a final de cuentas son hijos de ese mismo sistema, me asusta ser hijo de ese mismo sistema, me indigna que sigan naciendo incluso cerca de mí, hijos y futuros representantes de ese sistema. 
El amor siempre ha sido nuestra más peligrosa arma, lo aprendí de las palabras de Pablo Vergara y Camilo Torres.
Cursos de semántica y semiótica a favor de la pedagogía para entender que toda persona realiza una acción igual a los medios de des-información al favor de la dictadura de la ignorancia. Muchas veces los maestros hacen parte de ese control mediático que mantiene a mi pueblo en un analfabetismo “muchachos, les gusta leer? – nooooo” después de la clase casi improvisada, organizada en dos horas porque la maestra estaba indispuesta se me acercaban uno, dos cinco, diez… “profe y ando leyendo esto, me gusta escribir poesía, profe me gustaron los cuentos, profe, fusilan a la oveja negra porque es diferente*” una persona que al día trata con aproximadamente entre cien y doscientas personas es un mediáticamente peligroso. Creo en éste cuento porque la lectura transforma, porque genera amor, porque si no hubiera llegado con amor habría tenido una exitosa clase de los tipos de cuentos, pero no habría hecho absolutamente nada. Yo no creo el imaginario de “es que éste es nuestro país, es que así siempre ha sido, es que la solución viene de afuera, es que, es que, es que…” eso es lo que tiene a las personas medianamente alfabetizadas en el confort de la opinión por twitter y Facebook, en el escepticismo a los nuevos tiempos, al amanecer de nuestra cultura negada por los medios de comunicación, la política implantada y la educación light. Yo no creo en la posmodernidad del “es que los muchachos no quieren aprender” cada día me repito que hay dos tipos de personas, están esas que niegan la vida, la cultura, el mundo, que le dan la espalda, los posmos que se creyeron el cuento de que el mundo circunda en su ombligo, y los que se dan cuenta de que la vida es otra cosa, que luchan por que la vida es eso, es un eterno devenir y transformar. Que saben que algo anda mal, ¿cómo no saberlo? Y hasta defienden la muerte. Que simplemente no se atreven porque les parece imposible.
Es cierto. Aquellos maestros son actores históricos y culturales, si siguen pensando en su valle de lágrimas como algo absoluto no les importará mucho lo que les hacen, y lo que hacen; sindicatos, juntas, asambleas, redes nacionales e internacionales perdidas en imaginarios absurdos, en una desesperanza que llega a los niños y que hasta nos llega a nosotros en la academia. Me niego! El maestro debe ser un reproductor del amor que transforma. El verdadero Jesucristo pedagogo y no el del malinterpretado valle de lágrimas. No es mucho lo que hacemos, no hay que ser tampoco el tonto con síndrome del héroe. Pero no hay que quedarse tirado a un lado del camino! Faltará mucho. Pero empecemos ya! Cómo puede parecerle absurdo a un colombiano exigir salud, vivienda digna, políticas propias, Educación DIGNA! Y lo más triste, ¿cómo no la genera? Descolonicemos.
Difícil el leer un cuento tranquilos, escribir algo, hacer un dibujo. Si, gritan mucho. Claro! Son niños, lo triste es que digan eso que algunos malos padres reproducen porque se los dice la TV. Que ellos mismos crean el cuento de que son los peores, de que no hay posibilidad, de que qué importa si de todos modos todo está perdido. No. Ya llegamos. Acá estamos, no hay que detenerse.