jueves, 1 de octubre de 2015

profe, regáleme un crespo.

Colectividad.


Lejos de ser éste artículo un mal intento de psicoanálisis sexual de la mente de una niña de sexto grado que sería lo que erróneamente le sugeriría el título del mismo a una mente llamemos perversa, quiero hablar del cariño que genera la escuela,pero también haría mal en hacer un pseudo análisis de las relaciones afectivas en un aula de clases, pues son muchas y muy diversas y extrañas... quiero hablar de esa complicidad, cooperación, camaradería que genera la interacción en los trabajos más humanos, ésto es, más sensible a lo humano, a las lágrimas, a las alegrías, al cariño a lo cien por ciento humano. .
Se me antoja la palabra Autonomía. ¿Cómo generar una colectividad de trabajo y confianza? no es utopía el creer que se pueden generar espacios de cariño al aprendizaje, a la curiosidad.
 La autonomía casi que sólo se puede conseguir considero a partir de esa complicidad propia del espacio del conocimiento que hizo que Alejandra, una de las más brillantes para su edad me pidiera que le regalara uno de mis crespos, a tan sólo tres sesiones de que terminara mi práctica y trágicamente como suele pasar el los espacios académicos nos perdamos cada uno por su camino.
No fue un mal intento de coquetería, o de bobaliconería, o sabotaje, Alejandra no quiso hacerme sentir alguna malicia o perversión de su parte, ese tipo de cosas va a prendiendo uno a notar para evitar que nos engañen los niños con sus máscaras, sino con una especie de confianza y cariño y respeto, con una mirada que más parecía un abrazo.
 Ella sabe aunque no lo sepa del todo, que nuestra relación es académica, que lo que nos une es el conocimiento, que la vida está allá afuera pero ahí adentro yo soy su garabato de profesor, que con tranquilidad puedo decir que escucha; esa actitud abierta, junto con la mirada de curiosidad es algo que los profesores no saben apreciar y suelen negar inmediatamente, tristemente la perciben como algo malo, hay que ser un ente frío al servicio del conocimiento, así y con muchos gritos lográs que esos demonios aprendan algo en la vida ... no entienden que es una especie de aceptación, una especie de apertura de ideas, es una otra amistad, prueba de que el conocimiento también genera un cariño extraño, lo que no entienden es que esa relación de respeto a partir de la valoración del otro es lo que en gran factor genera la autonomía! es lo que hace que los estudiantes confíen en que lo que dices tiene un fin, tiene un sentido, tiene calor!

Es algo un tanto complejo. no se trata de una especie de contrato social -aunque en parte- ni de una amistad intelectual -puede llegar a ser- sino de generar la sensación de que el otro con que trabajo y yo hacemos algo que vale la pena por abstracto que nos parezca al principio -algo así como los grupos de creación colectiva, o algunos grupos de investigación- no es que en el aula dejemos de ser amigos, pero es otra amistad, es una clandestinidad, porque nos encontramos para descubrir, pero para yo intentar descubrir con el otro tengo que tenerle una confianza, tengo que creer así sea un poquito en él, de lo contrario nos convertimos en esos profes que sólo saben enseñar a partir del miedo o de la secuencia absurdum at infinitum, a mera repetición. La autonomía es la vida. La autonomía crea, la autonomía nos une, la autonomía en la educación es lo que permite aprender. La sumisión es la muerte. Llamo autonomía al verdadero trabajo colectivo que no necesita de dictaduras o de imposiciones, eso se hace a pasitos, pero Alejandra me impulsa a creer en eso por la confianza que se tomó junto con una sonrisa, nos reímos de buen gusto y seguimos trabajando la descrición literaria. Ella me escucha y no dejará de hacerlo, es un respeto real. La autonomía no radica en el poder que ejerce el maestro sobre los estudiantes, sino en el poder repartido entre los que pretenden construir y crear esa autonomía de la educación. ese cariño por lo que nos libera, el conocimiento.


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